Modernismo y 98

MODERNISMO Y 98

Modernismo y 98. Tan distintos, tan cercanos..

Tradicionalmente, la Historia de la Literatura ha establecido una división muy clara entre estos dos movimientos coetáneos que vas a estudiar. Sin embargo, también son muy antiguas las voces que encuentran un fondo común a ambas escuelas. Es el caso de Pedro Salinas quien, ya en 1943, afirma que todos los nuevos escritores participan en su estructura espiritual de esos dos elementos constitutivos de la generación, y son un tanto 98 y un tanto modernistas.

Uno de los testimonios en los que mejor se aprecia la cercanía de ambos movimientos es el cuento de Ruben Darío titulado D.Q. En él, un enigmático soldado que responde a estas iniciales (Don Quijote) prefiere lanzarse a un abismo antes que entregar la bandera española al victorioso ejército yanqui, simbolizando así que, pese a la derrota material, el ideal hispánico perdura. Rubén Darío demuestra así su profunda desolación por la derrotada España, tan afín a la que sintieron los noventayochistas. Este es el final del cuento:

Ortega y Gasset. Masa y minoría

El magisterio filosófico de Ortega y Gasset fue uno de los catalizadores del Novecentismo, que vas a abordar en esta quincena. Ortega establece una diferenciación entre el hombre¬masa, consumidor voraz de literatura tradicional, y la minoría, que se siente atraída por la literatura moderna o vanguardista propia del siglo XX.

Lo que diferencia a estos últimos de la masa no es el dinero o la clase social, sino su nivel de autoexigencia. El hombre que se impone a sí propio una disciplina más dura y unas exigencias mayores que las habituales en el contorno se selecciona a sí mismo, explica.

En La deshumanización del arte (1925), expone Ortega cómo, mientras los hombres-masa se dejan arrastrar por las pasiones, los que forman esta minoría prefieren el ejercicio de la razón y la inteligencia. Esa es la causa de que estos últimos se vean más capacitados para disfrutar del arte moderno, que exige un mayor esfuerzo mental, frente a las formas tradicionales, que solo buscan emocionar al lector con el argumento o el sentimentalismo.

En España Invertebrada (1922) y La rebelión de las masas (1929), Ortega aplica esta filosofía al terreno político. Explica que la minoría selecta debe ejercer un papel rector sobre la sociedad, no tanto a través del ejercicio directo de la política, como mediante la “ejemplaridad”, es decir, sirviendo como modelo de conducta a la masa. La corrupción de esta élite rectora tiene como consecuencia inevitable la rebelión de las masas, con las desastrosas consecuencias que ello conlleva.

Encuadre Histórico

La guerra de Cuba y los albores del siglo XX

El siglo XIX termina para España con la derrota total en su enfrentamiento con los Estados Unidos de América. En 1895 comienza una nueva insurrección en Cuba, que se extiende también a Filipinas. La defensa de estos lejanos territorios supone un desafío para un ejército anticuado y escaso de medios. Pero la situación se vuelve insostenible para España con la entrada en la guerra de los EE.UU.

La misteriosa explosión del crucero estadounidense Maine, anclado en el puerto de La Habana, es el pretexto ideal para justificar la participación en el conflicto. En unos noventa días, la resitencia española es vencida. En la bahía de Santiago tiene lugar el episodio más dramático: la completa destrucción de la flota española, dirigida por el Almirante Cervera, que nada pudo hacer frente a los modernos acorazados norteamericanos. Como resultado del Tratado de París, Cuba logra su independencia, mientras que Puerto Rico y Filipinas pasaron de hecho a manos estadounidenses. Desaparecen así los últimos vestigios del Imperio Español y se completa la emancipación de Hispanoamérica. En cualquier caso, la derrota es un aldabonazo para los intelectuales del país, que asumirán la tarea de discernir las causas del desastre y buscar un camino para la regeneración nacional.

En 1902 comienza el reinado de Alfonso XIII, que se caracterizará por la continuidad en el turnismo político, es decir, la alternancia pacífica entre el Partido Conservador, encabezado por Cánovas del Castillo, y el Liberal Fusionista, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta. Ello no impedirá el auge de los movimientos obreros de signo socialista (en 1888, Pablo Iglesias había fundado el PSOE) o anarquista. Paralelamente, comienza una nueva guerra, esta vez contra las cabilas rifeñas del Norte de África.

El Modernismo

El término

El Modernismo se define como el movimiento cultural surgido en Hispanoamérica que pretendió una total renovación de la Literatura y el Arte, contaminadas, a su juicio, por las convenciones de la sociedad burguesa.

Características

Rechazo a la sociedad burguesa: El mundo del burgués es materialista, y solo valora aquello que tiene una utilidad inmediata. Por eso el poeta no se adapta y opta por la evasión. Las obras se ambientan a menudo en lugares exóticos, épocas pasadas o en escenarios de cuentos de hadas.

  • El “arte por el arte”: La creación poética no debe tener otro objetivo más allá de crear belleza. Cualquier otra utilidad (didáctica, política…) es rechazada.
  • Cosmopolitismo: Pese a surgir en una esfera hispánica, el Modernismo busca la influencia de las literaturas extranjeras: la alemana, la clásica, la anglosajona… pero muy especialmente la francesa. Dos escuelas poéticas galas, el Parnasianismo y el Simbolismo, influirán muy poderosamente sobre los modernistas.
  • La sensorialidad: a través de la adjetivación, el léxico y otros recursos, el poeta pretende sugerir sensaciones (visuales, auditivas, olfativas…) en el lector. A veces, varias sensaciones aparecen fundidas (sinestesia).

El Modernismo. Rubén Darío.

Rubén Darío nació en Nicaragua en 1867. Recorrió varios países de América, unas veces como periodista, otras como diplomático de su país. Finalmente da el salto a París ¬ciudad de la que se enamora¬ y España, donde impulsa una renovación poética sin precedentes. Murió en 1916.

En la obra poética de Rubén Darío distinguimos tres etapas, que se corresponden con tres de sus libros fundamentales:

  • Azul (1888). Los poemas se alternan con cuentos, como El rey burgués, donde critica cómo el poeta puede acabar convertido en un producto más de consumo. Predominan los temas precolombinos. A él pertenece el soneto Caupolicán, que podrás leer más adelante.
  • Prosas profanas (1892). Es el momento de eclosión modernista en la forma. En cuanto a los temas, la América natal del poeta deja paso al cosmopolitismo, y los poemas se ambientan en lugares lejanos (Europa, Oriente…). Gran influencia de las literaturas extranjeras, sobre todo francesa.
  • Cantos de vida y esperanza (1905). El poeta deja a un lado el cosmopolitismo para reivindicar la identidad hispánica de América, ahora amenazada por la presión de EE.UU. Es el caso de la Oda a Roosevelt o Salutación del optimista, donde se mantiene la esperanza de que la herencia hispana prevalezca sobre el poderío anglosajón. Aparece con fuerza el tema existencial: ante el terror de la muerte, surge una religiosidad llena de dudas.

La Generación del 98.

¿Qué es una generación literaria?

Se considera “generación” a un grupo de autores que comparten ciertos requisitos, como tener edades semejantes, mantener un trato personal y presentar afinidades estilísticas. También es preciso que haya existido un acontecimiento generacional, como lo fue, sin lugar a dudas, la derrota española en Cuba.

Temas fundamentales y nómina

  • La preocupación por España: Los noventayochistas abordan el problema de la regeneración nacional desde un punto de vista subjetivo. No buscan tanto soluciones económicas o sociales como una renovación de los valores, las ideas y las creencias. Don Quijote es un modelo a seguir.
  • El paisaje de Castilla: Pese a proceder de regiones periféricas, todos se sienten muy atraídos por Castilla, en la que creen encontrar la verdadera esencia española. Castilla ha hecho España y Castilla la ha deshecho, llega a exclamar Unamuno.
  • El tema existencial: Pasan a primer plano las cuestiones relacionadas con la existencia humana: el paso del tiempo, el sentido de la vida, la muerte, la inmortalidad.

Los especialistas están de acuerdo en partir de un núcleo inicial formado por “Azorín“, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu, que buscan el liderazgo de Miguel de Unamuno. Después se unen Valle¬Inclán y Antonio Machado, procedentes del Modernismo.

Miguel de Unamuno

Nació en Bilbao en 1864, pero vivió casi toda su vida en Salamanca, de cuya universidad llegó a ser rector. Sufrió destierro en Fuerteventura durante la dictadura de Primo de Rivera. Saluda esperanzado la República, pero no tarda en denunciar sus excesos. Un altercado con el general Millán Astray pone fin a su inicial simpatía por el Alzamiento. Muere a finales de 1936, arrestado en su casa.

Sus ensayos desarrollan dos temas fundamentales. Por una parte, la preocupación por España que se plasma en textos como En torno al casticismo (1895) y Vida de don Quijote y Sancho (1905). Por otra parte, las cuestiones de la inmortalidad y el sentido de la vida, que se abordan en Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del Cristianismo (1925).

Es en sus novelas (o nivolas, como él las llamaba) donde se aprecia el mayor afán de renovación formal. Todo elemento decorativo o prescindible se elimina en favor de las ideas y cuestiones filosóficas expuestas. Cobra gran importancia el diálogo. Es el caso de Niebla (1914) o San Manuel Bueno, Mártir (1930).

Mención aparte merecen su lírica y su teatro. De la primera hay que destacar El Cristo de Velázquez (1920), donde expresa con aspereza su sentimiento religioso. En cuanto a sus dramas, que plantean sus habituales conflictos filosóficos, recordaremos Fedra o La tía Tula, sobre la maternidad.

Niebla

La conversación que mantiene el protagonista de la novela, Augusto Pérez, con su propio autor, don Miguel de Unamuno, es el momento culminante de Niebla. En ella, Augusto se enfrenta a dos hechos terribles: no es más que un personaje de ficción y, además, su autor tiene ya escrito el momento de su muerte.

“Azorín”

José Martínez Ruiz, más conocido por su pseudónimo, “Azorín”, nace en Monóvar del Campo (Alicante) en 1873. Tras una juventud revolucionaria, evoluciona hacia una actitud conservadora y un catolicismo firme. Su actividad principal es el periodismo, aunque ha pasado a la historia de la literatura por sus aportaciones al ensayo y, sobre todo, a la novela. Su obra La voluntad (1902) constituye un hito en la Literatura del siglo XX.

Su tema principal es el paso del tiempo, que parece querer detener con una prosa lenta, de frases cortas y especial atención por el detalle. Las descripciones cobran a menudo mayor importancia que el propio argumento.

El otro gran tema de “Azorín” es el paisaje de Castilla. Desde la mencionada preocupación por el paso del tiempo, intentará apresar en sus páginas la esencia española que pervive a los cambios, es decir, lo intemporal. Destaca su ensayo Castilla (1912), en el que intenta revivir una época pasada, con sus hidalgos, sus castillos, sus místicos…

Ramiro de Maeztu

Nació en Vitoria (1872). Tras una juventud revolucionaria, evoluciona a posiciones tradicionalistas y conservadoras. En 1936 muere fusilado por un tribunal popular republicano.

De su producción ensayística hay que destacar Don Quijote, don Juan y la Celestina (1916), donde analiza magistralmente esas tres cumbres literarias, y Defensa de la Hispanidad, (1934), donde defiende que España forma con Hispanoamérica una comunidad espiritual.

Pío Baroja

Nació en San Sebastián (1872) y estudió medicina, pero se dedica a la literatura. Profesó en su juventud ideas anarquistas. Desde 1935 y hasta su muerte en Madrid (1956) es miembro de la R.A.E. Le caracteriza un profundo escepticismo hacia el ser humano, al que considera “un animal dañino”.

Baroja se jactaba de escribir sus libros sin un plan previo, como sucede la vida. Opta por párrafos breves y descripciones concisas, y elimina todo elemento ornamental o retórico.

Una gran parte de su extensa obra está distribuida en trilogías. Destacaremos algunas:

  • Tierra vasca: Sus títulos son La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1905). Esta última presenta a un auténtico hombre de acción en el contexto de la última guerra carlista.
  • La lucha por la vida: La forman La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905). En ella expone su visión pesimista de la vida y del hombre. Su protagonista, Manuel, intenta salir adelante en los míseros barrios bajos de Madrid, presentados con implacable realismo.
  • La raza: Formada por los títulos La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909) y El árbol de la ciencia (1911). Esta última, de carácter bastante autobiográfico, narra desde un punto de vista muy pesimista la experiencia de un joven médico a quien sus estudios no han preparado para enfrentarse con la enfermedad y la muerte.

Valle-Inclán

Ramón María del Valle-Inclán nació en Villanueva de Arosa (Pontevedra) en 1866. Desde muy pronto le atraen la vida aventurera y bohemia. Su viaje a México le inspirará algunos episodios de sus Sonatas. Con sus largas barbas y melenas y su extravagante indumentaria, pone de manifiesto su rebeldía ante la sociedad burguesa.

Su producción literaria sufre una profunda transformación a lo largo de los años. Parte de un modernismo esteticista para desembocar en una postura crítica con la sociedad, expresada con la mayor dureza. Distinguimos por tanto dos etapas:

  • Las sonatas: Entre 1902 y 1905 escribe una serie de cuatro novelas (Sonata de Primavera, Sonata de Estío, Sonata de Otoño, Sonata de Invierno) en las que narra las aventuras sentimentales del Marqués de Bradomín, “un don Juan feo, católico y sentimental”. Las Sonatas son el más exitoso intento de aplicar a la novela la renovación estilística del Modernismo.
  • Los “Esperpentos”: En 1920 publica Luces de Bohemia,a la que aplica el subtítulo de “esperpento”. Con esta palabra intenta nombrar una nueva estética que se caracteriza por presentar una realidad deformada y grotesca. Con un humorismo en apariencia cruel y despiadado, se critica una sociedad corrompida donde triunfan el dolor, la represión y la injusticia. En la misma línea están otros títulos como Divinas Palabras, ambientado en el campo gallego, o Martes de carnaval.

Antonio Machado.

Antonio Machado nace en Sevilla en 1875, aunque con ocho años se traslada a Madrid. En un viaje a París, conoce a Rubén Darío, al que admira, y a su regreso empieza a colaborar con la publicación modernista Helios, dirigida por Juan Ramón Jiménez. En 1907 se establece en Soria como profesor de Francés. Se casa con una de sus alumnas, Leonor Izquierdo, que fallece tres años después. La Guerra Civil le empuja a exiliarse en Francia, donde morirá en febrero de 1939.

En la obra poética de Antonio Machado distinguimos tres etapas, que se corresponden con tres de sus libros fundamentales:

  • Soledades (1903), que en 1907 reaparece como Soledades, galerías y otros poemas. Es un poemario plenamente modernista, aunque no busca tanto la sonoridad de Rubén Darío cuanto el buceo en la intimidad, presentada a través de símbolos como la fuente o el jardín.
  • Campos de Castilla (1912). Este libro participa ya de las preocupaciones temáticas de la generación del 98. El paisaje de Castilla, que pasa a primer plano, a menudo proyecta aspectos de la subjetividad del poeta. Al mismo tiempo, surge con fuerza la preocupación por España: el poeta busca las causas de nuestro atraso y critica las actitudes que considera negativas.
  • Juan de Mairena (1934). Es un conjunto de artículos, diálogos, textos sueltos… atribuidos a un personaje ficticio, el profesor Juan de Mairena. Bajo esa máscara, Machado expone, a veces en tono irónico, su punto de vista sobre las más variadas cuestiones.

El Novecentismo (1914)

Otra generación ha llegado. Hay en estos jóvenes más métodos, más sistema, una mayor preocupación científica. Son los que este núcleo forman, críticos, historiadores, filólogos, eruditos, profesores. Saben más que nosotros, ¿Tienen nuestra espontaneidad? Dejémosles paso. Con estas palabras saluda Azorín a los intelectuales y artistas que protagonizarán, a partir de 1914, un nuevo cambio cultural y artístico.

El Novecentismo se fundamenta sobre las ideas filosóficas de Ortega y Gasset, quien, en La deshumanización del arte e Ideas sobre la novela, dos ensayos publicados en 1925, resume las característcas que, a su juicio, debe tener el arte moderno:

  • Es un “arte puro”. Lo importante en el arte ya no es el sentimiento humano, sino el placer intelectual que produce la forma.
  • En la novela, el argumento pierde importancia, y el autor se dedica a ensayar estructuras novedosas y primores de estilo. La poesía se convierte, según el propio Ortega, en “el álgebra superior de las metáforas”.
  • Este nuevo placer estético no está al alcance de todos. Así, el público queda dividido entre los que lo entienden (los egregios) y los que no lo entienden (la masa).

En el terreno de la novela destacan Gabriel Miró (El obispo leproso), por su capacidad para captar sensaciones físicas, y Ramón Pérez de Ayala (Belarmino y Apolonio), cuyas obras se van acercando cada vez más al ensayo.

La poesía del Novecentismo: Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez nació en Moguer (Huelva) en 1881. A partir de 1900 su amistad con Rubén Darío le acerca al Modernismo español. Recibe el premio Nobel en 1956, ya exiliado, dos años antes de su muerte. Su trayectoria puede dividirse en cuatro etapas:

  • Primeros libros: a partir de Arias tristes (1903) encontramos una poesía intimista, de formas muy sencillas y con clara influencia del simbolismo becqueriano. La soledad, la melancolía, el paso del tiempo, la muerte… sitúan este libro en una línea neorromántica.
  • Etapa modernista: La influencia de Rubén Darío se traduce en el uso frecuente del verso alejandrino y en la abundancia de adjetivos cromáticos y otros elementos sensoriales. No obstante, los poemas siguen centrados en la intimidad del poeta. Destacan obras como La soledad sonora y Sonetos espirituales.
  • Etapa intelectual: Con Diario de un poeta recién casado (1916) y Eternidades (1918) comienza una depuración de todos los elementos ornamentales. El poeta recupera el verso octosílabo y la asonancia así como los poemas breves. El poeta busca lo esencial, el “nombre exacto de las cosas”.
  • Etapa “suficiente” o “verdadera”: La búsqueda de la verdad y del conocimiento desembocan en un peculiar La sed de belleza y eternidad dan como fruto obras como En el otro costado (1942) o Dios deseado y deseante (1949).

Gabriel Miró

Nace en Alicante (1879¬1930). En sus novelas, la acción cede su importancia al lirismo y a la fina evocación de sensaciones, así como a un laborioso cultivo del lenguaje. Por todo ello se le considera un auténtico poeta en prosa. Destaca el díptico formado por Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926), dos novelas ambientadas en Oleza (trasunto de Orihuela) en las que la se critica la intolerancia religiosa.

También son destacables El libro de Sigüenza (1917), recopilación de relatos breves protagonizados por Sigüenza, “alter ego” del autor, y Figuras de la Pasión del Señor (1917), donde se narra en forma de novela la muerte de Jesucristo ambientada en una Palestina muy parecida a las tierras alicantinas del autor.

Ramón Pérez de Ayala

Nace en Oviedo (1880). Trabaja como corresponsal en Europa y en América. Embajador en Londres durante la República, acabará exiliado en Buenos Aires. Muere en Madrid en 1962.

En su juventud fue poeta modernista, con poco éxito. Su novela La pata de la raposa (1912) se enmarca dentro de la generación del 98.

En 1916 publica el volumen Tres novelas poemáticas de la vida española. Incluye Prometeo, Luz de domingo y La caída de los limones. En ellas la acción deja terreno a las ideas y los relatos se acercan al ensayo, evolución que culmina con Berlamino y Apolonio (1921), donde dos zapateros encarnan la meditación y la acción como posibles actitudes ante la vida.

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